Profetas Mayores

Índice

Escuchar la lección (No incluye los resúmenes ni juegos):

Introducción

Dios habló. No lo escucharon. Sin embargo, durante años, siguió hablando. A través de hombres sacrificados, comprometidos, con altibajos, pero perseverantes ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Qué dijo el Señor? ¿Qué nos dijo?

El Antiguo Testamento incluye varios libros proféticos. Toman como nombre el de su autor, excepto el libro “Lamentaciones de Jeremías”. Por ejemplo, Isaías fue escrito por el profeta Isaías.

Se los divide en Profetas Mayores y Profetas Menores según su extensión, es decir, que los libros más largos se agrupan en la categoría “Profetas Mayores” y a los más breves se los llama “Profetas Menores“. Entonces, los libros incluidos en profetas mayores no son más importantes que los menores, ni tampoco fueron escritos por profetas más reconocidos o con más poder o gracia de Dios, son llamados mayores solo por su tamaño.

Un libro profético significa que contiene las profecías, o sea, las palabras habladas por Dios a través de un profeta. En ocasiones, estas profecías toman forma de visiones llenas de símbolos difíciles de interpretar. Generalmente, su mensaje está dirigido a la nación donde vivía su autor, ya sea Israel (Reino del Norte) o Judá (Reino del Sur) y a los países vecinos. Recordemos que la nación de Israel se dividió en dos, después de la muerte de Salomón: El Reino del Sur con capital en Jerusalén (donde estaba el Templo) y el Reino del Norte con su capital en Samaria.

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Los profetas

Dios habla

Dios busca comunicarse con su pueblo. En un comienzo, con Adán y Eva, lo hacía directamente (Génesis 1:28-29; Génesis 2:16-17; Génesis 3:9-19). Luego, usó a hombres santos como Noé, para que anunciaran a los demás sus palabras (2 Pedro 2:5).

Leemos en la Biblia que Dios encomendó a Moisés para que hablara en Su nombre, indicándole las palabras que debía decir (Éxodo 3:14 y siguientes). Cuando lo envió a hablar al faraón le dijo: “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.” (Éxodo 4:12).

Las palabras habladas son más difíciles de recordar y suelen cambiarse, por eso, en varias ocasiones daba orden de escribirlas. Por ejemplo: “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.” (Éxodo 17:14). “Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel.” (Deuteronomio 31:19).

Cuando tomó para sí a la nación de Israel decidió poner por escrito su pacto. Jehová mismo escribió los Diez Mandamientos (Éxodo 24:12; Deuteronomio 10:1-4) y le dio orden a Moisés para componer los cinco libros que conocemos como la Ley o Pentateuco.

Después que fue escrita la Ley, Dios siguió hablando a través de sus siervos. Los siervos del Señor dedicados a transmitir sus palabras fueron llamados profetas. Muchas veces eran mensajes para una situación determinada, pero otras veces eran para toda la humanidad, como las promesas acerca de Jesús. En ocasiones, les ordenó escribirlos: “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre”. (Isaías 30:8), “Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy.” (Jeremías 36:2). Los profetas solían escribir libros con las profecías recibidas y los sucesos relacionados (Ver 1 Crónicas 29:29).

Las Tablas del Pacto con los 10 mandamientos.

¿Qué es un profeta?

Un profeta es un hombre llamado por Dios para comunicar sus palabras (Lucas 1:70). En la antigüedad los profetas eran ungidos con aceite para ese ministerio, así como los sacerdotes y reyes, tal era su importancia (1 Reyes 19:16). El Señor dijo: “No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.” (1 Crónicas 16:22).

Cuando un profeta habla de parte de Dios, es como si Él mismo hablara. Por lo tanto, si desobedecen sus palabras lo tiene en cuenta: “Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.” (Deuteronomio 18:17-19). “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.” (Hechos 3:22-23).

A veces, el Espíritu desciende sobre una persona o grupo de personas y profetizan, aunque no sean profetas. En la Biblia tenemos varios ejemplos: Números 11:25-26; 1 Samuel 10:10-11.

Tal como en el día de hoy, en la antigüedad también existían falsos profetas: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y di a los que profetizan de su propio corazón: Oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” (Ezequiel 13:1-3) y había profetas que eran engañados por espíritus de mentira (1 Reyes 22:19-24).

Los profetas se distinguían por usar un manto de piel (2 Reyes 1:8; Zacarías 13:4: Mateo 3:4). Cuando Elías echó su manto encima de Eliseo (1 Reyes 19:19) indicó simbólicamente que le otorgaba el ministerio profético. Mas tarde, al ser arrebatado al cielo, se le cayó el manto y su discípulo lo levantó. Eliseo, al quedar en posesión de su manto, recibió también el espíritu y el poder que lo capacitaban para continuar la misión de su maestro. (Comparar 2 Reyes 2:13-15).

Profeta Elías (grabado)

La gente acudía a los profetas para buscar dirección divina y se los solía llamar videntes (1 Samuel 9:9). Aunque la mayoría eran varones también existían profetisas (Éxodo 15:20; Jueces 4:4; 2 Crónicas 34:22). Recordemos que en esa época el Espíritu Santo solo descendía temporalmente sobre los siervos de Dios, por eso la función de los profetas era mucho más valiosa.

Aunque había profetas que formaban parte de la corte, dedicados a asesorar al rey, también había otros que hablaban al pueblo. Muchos de ellos recibían mensajes de Dios alertando del castigo que recibirían si continuaban practicando la idolatría, la injusticia social y otros pecados. Lamentablemente, fue muy frecuente que en toda la nación se levantaran altares a dioses paganos cuya adoración incluía relaciones sexuales con las sacerdotisas, sacrificios humanos y otras prácticas aberrantes. Por eso los profetas insistían en que debían volverse al único Dios verdadero.

No siempre Dios habla a través de palabras, a veces lo hace con sueños y visiones (Génesis 46:2; 2 Crónicas 26:5; Ezequiel 1:1; Daniel 2:28). La explicación de los sueños a veces es sencilla, como en el caso de Jacob (Génesis 31:6-12), pero en ocasiones están llenas de símbolos y se requiere de oración para que Dios revele la interpretación (Daniel 2:17-19).

Los profetas en el Nuevo Testamento y la actualidad

En los tiempos de Jesús existían profetas: por ejemplo, Juan el Bautista (Lucas 1:76; Mateo 11:9-11) y Ana (Lucas 2:36). También el espíritu de profecía descendía sobre ciertas personas en ocasiones: Zacarías (Lucas 1:67).

Existe un texto que podría interpretarse como que el último de los profetas fue Juan el Bautista: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:12-14). Sin embargo, Jesús está hablando de las profecías relativas a su ministerio. Está claro que Dios siguió levantando profetas.

Después que Jesús ascendió al cielo, el Espíritu Santo capacitó a hombres y mujeres con el don de profecía (Romanos 12:6; 1 Corintios 12:10-11) en cumplimiento de la palabra dada a Joel: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.” (Joel 2:28). En la actualidad, Dios sigue levantando profetas para hablar a su pueblo.

Jesús nos advirtió de los falsos profetas que intentarían engañarnos: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” (Mateo 7:15). Por eso tenemos que desarrollar el discernimiento espiritual y comprobar que sus mensajes se encuadren dentro de lo que la Biblia enseña: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” (1 Juan 4:1).

Lobo disfrazado de oveja

Las Escrituras son la palabra profética más segura: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).

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Resumen de cada libro

Isaías

Nombre/Autor: Isaías desarrolló su ministerio profético en Judá durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz, Ezequías y Manasés.​ Mientras la nación vivía la crisis causada por la expansión del Imperio Asirio. Fue pariente de los reyes de Judá y murió aserrado (partido en dos) por orden del rey Manasés.

Resumen: Isaías es llamado “el profeta mesiánico” por la gran cantidad de profecías referidas al Mesías, el Salvador que vendría de Judá para redimir y restaurar a su pueblo. Sus profecías se cumplieron en Jesucristo, enfatizan el juicio y la restauración: juicio sobre el orgullo y restauración para las personas arrepentidas a través del Mesías Siervo. Mientras Isaías espera esta restauración, prevé la gloria futura.

Una de las profecías más conmovedoras sobre el Mesías, dice:

3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Isaías 53:3-9

Temas: Salvación, Mesías, esperanza, profecía.

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Jeremías

Nombre/Autor: Jeremías fue un profeta hebreo, nacido en Anatoth, Judea. Era hijo del sacerdote Hilcías. Vivió entre el 650-585 a. C. en Judá, Babilonia y Egipto. Fue coetáneo de Ezequiel.

Resumen: La mayoría de sus profecías fueron escritas en rollos por el escriba Baruc. Su mensaje es un llamado al arrepentimiento, pues si perseveraban en su pecado serían conquistados por los caldeos (Babilonia). Primero da advertencias de juicio por romper el pacto, luego da esperanza de un nuevo pacto hecho posible por la gracia de Dios y al que se accede a través del arrepentimiento. Jeremías fue acusado injustamente de traidor, perseguido y encarcelado.

El diálogo que mantiene con Dios al recibir su llamado ha inspirado a muchos creyentes:

4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6 Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. 8 No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.

Jeremías 1:4-8

Profetizó la caída de Jerusalén, la deportación a Babilonia, pero también su regreso: “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.” (Jeremías 25:11). Esta palabra fue tomada por el profeta Daniel para interceder por su pueblo (Daniel 9:1-3) y se menciona en el libro de Esdras (Esdras 1:1).

Temas: Juicio divino, persecución, lamentación.

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Lamentaciones de Jeremías

Nombre: Son escritos poéticos mediante los cuales el profeta lamenta la penosa situación vivida por el pueblo de Dios, que le sobrevino como castigo por su dureza de corazón. Se lo suele llamar simplemente Lamentaciones, para simplificar.

Resumen: Jeremías expresa su dolor por la captura de Jerusalén y la destrucción del templo. Es un lamento fúnebre por el juicio sobre Jerusalén, su destrucción, mezclado con la esperanza en el amor fiel del Señor.

Temas: lamento, fidelidad, misericordia.

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Ezequiel

Nombre/Autor: Su nombre significa “Mi fortaleza es Él”. Ezequiel era de linaje sacerdotal. Vivió en la misma época que el profeta Jeremías. Fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Joaquim de Judá y cinco años más tarde Dios lo llamó para profetizar entre los desterrados.

Resumen: El profeta Ezequiel recibió revelaciones en forma de visiones simbólicas, que incluyen descripciones sobre seres espirituales (querubines, ángeles) y la gloria divina. El libro puede ser dividido en tres secciones: la primera acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda con profecías sobre el castigo de los pueblos enemigos de Judá; y la tercera sobre la restauración futura. Un momento especialmente dramático es cuando detalla la partida de la gloria de Dios de su templo debido a la idolatría de los mismos sacerdotes. Ezequiel mira hacia el futuro cuando Dios le dé a su pueblo un nuevo corazón y sea restaurado: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:26).

Temas: la gloria de Dios, visiones, profecía, advertencia, consuelo.

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Daniel

Nombre/Autor: El nombre Daniel suele traducirse como “Dios es mi Juez” o “Juicio de Dios”, ha sido interpretado como “Dios es el defensor de mi derecho”. Daniel pertenecía a una familia noble del Reino de Judá, probablemente emparentada con la realeza. Daniel y tres jóvenes de su misma tribu: Ananías, Misael y Azarías fueron escogidos entre los hebreos cautivos en Babilonia, para quedar al servicio del emperador Nabucodonosor II. Estos jóvenes fueron convertidos en eunucos y se les enseñó la lengua, escritura, ciencia y tradición literaria de los caldeos. Sin embargo, ellos continuaron fieles a Dios incluso a riesgo de perder la vida y mantuvieron sus prácticas kosher de alimentación: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.” (Daniel 1:8).

Daniel tenía el don de interpretar sueños y recibió visiones sobre acontecimientos futuros, las cuales se relacionan con las revelaciones del Apocalipsis.

Resumen: A través del libro, Dios provee ánimo para su pueblo exiliado, mediante la revelación de su soberanía y de su plan para Israel. El libro incluye relatos biográficos de Daniel y sus compañeros, que exaltan el poder divino y su provisión para sus siervos que le sirven fielmente. Entre las profecías, las más relevante es la de 70 semanas, que describe hechos históricos, de los cuales gran parte ya se cumplieron con notable exactitud y otros aún no han acontecido. Los hechos y escritos de Daniel enfatizan la soberanía de Dios sobre la historia para cumplir su propósito: que su reino gobierne sobre todos los reinos a través de su Mesías.

Este libro contiene historias muy conocidas que alientan nuestra fe, como cuando metieron a sus amigos en un horno de fuego por negarse a adorar la estatua del rey, pero un ángel impidió que las llamas les causaran daño (Daniel 3:1-30); o cuando Daniel fue arrojado al foso de los leones por orar cuando estaba prohibido, pero los animales no le hicieron ni un rasguño (Daniel 6:1-27).

Temas: soberanía de Dios, fidelidad, historia.

Daniel en el foso de los leones.

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Juegos

Los profetas

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Para pensar

  1. Jeremías sufrió al ver cómo Jerusalén fue conquistada por Babilonia, porque el pueblo no quiso escuchar cuando les advirtió lo que pasaría si seguían pecando ¿Qué le dirías para animarlo a seguir profetizando?
  2. Algunos profetas recibían revelaciones en forma de visiones llenas de símbolos ¿Por qué crees que Dios les habló en forma figurada en vez de decir las cosas de manera directa?
  3. ¿Cuál de los profetas te inspira más a ser fiel a Dios? ¿Por qué?

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