Inspiración divina

Índice

Introducción

Toda nuestra fe se basa en creer en Dios y creerle a Dios, o sea, a lo que Él dijo. Por eso es tan importante estar seguros de que la Escritura es realmente la palabra inspirada por el Señor: ¿Quién eligió a las personas que escribirían la Biblia? ¿Dijeron lo que ellos pensaban o solo fueron instrumentos, como máquinas, para que el Espíritu Santo escribiera? ¿Qué significa que los inspiró?

El autor sagrado de la Biblia es Dios: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:20-21).

Cuando se refiere a la influencia divina, la palabra “inspiración” no se usa como en el ámbito artístico, no es solo un impulso de creatividad. Es Dios mismo capacitando a los siervos que él escogió, para que comuniquen su mensaje, tal como Él quiere.

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¿Qué significa “inspiración”?

En el lenguaje habitual inspiración es el estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas que permiten emprender un proyecto, etc. Por ejemplo, el brote de creatividad, que empuja al artista a producir su obra, y que luego se desvanece.

También puede referirse a las obras literarias, hechos u otras “materias primas”, de donde sacó las ideas el autor. Es el caso de un director de cine que para crear una película se inspiró en un libro o en la vida de alguien, recreándolos de un modo más o menos libre.

Los griegos creían que unas deidades llamadas musas eran las que otorgaban este rapto creativo a los artistas. Hoy en día, muchas personas creen que la inspiración no existe, que es una idea anticuada. Del mismo modo, existe gran discusión acerca de la inspiración de los escritores bíblicos.

La inspiración divina va más allá de lo natural. No solamente animó a los hagiógrafos1 a componer un libro, un salmo, una carta, también les indicó qué y cómo escribir. Por eso, podemos estar seguros de que dijeron, sin errores ni omisiones, la verdad que Dios quiso transmitir.

En el caso de los profetas, un ángel o el mismo Espíritu de Dios descendía sobre ellos y les revelaba una visión o les comunicaba las palabras que debían decir. Algunas de esas profecías se escribieron y luego pasaron a formar parte de la Biblia: “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.” (Isaías 30:8). Podemos comprobar en estos casos que eran palabras inspiradas por Dios, pues las profecías se cumplieron.

Uno de los significados de la palabra inspirar es: “Acción de introducir aire u otra sustancia gaseosa en los pulmones”. Es llamativo si consideramos que las palabras “viento” y “espíritu” son la misma en griego (el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento). Cuando Pedro dijo que los autores de la Escritura hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21) debe haber imaginado al espíritu entrando en ellos como el aire a sus pulmones, dando vida. Recordemos que fue Pedro quien respondió a Jesús cuando les preguntó si querían irse: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Juan 6:68). Las palabras de la Biblia son poderosas porque provienen de Dios mismo.

En conclusión, inspiración bíblica es la influencia sobrenatural del Espíritu de Dios ejercida sobre la mente del hombre, influencia que capacitó a los profetas, apóstoles y escritores sagrados para exponer la verdad divina sin mezcla de error.

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Textos sobre la inspiración divina

Dios no nos ha dejado dudas en cuanto a la inspiración de las Escrituras. A través del apóstol Pablo dice:

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”

2 Timoteo 3:16

En este versículo se afirma que la Biblia entera fue escrita por inspiración de Dios y es útil para enseñarnos la verdad, hacernos comprender las faltas cometidas en la vida y ayudarnos a vivir una vida recta.

Algunas afirmaciones de la inspiración divina:

  • Cristo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63)
  • Pablo: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” (1 Tesalonicenses 2:13)
  • David: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua.” (2 Samuel 23:2)
  • Moisés: “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.” (Éxodo 34:27)

Nota:

1. Hagiógrafo: Es cualquiera de los autores que escribieron parte de la Biblia bajo la inspiración del Espíritu.

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Tipos de inspiración

¿Inspiración significa que los escritores entraban en trance? ¿Escribían automáticamente? ¿Olvidaban sus circunstancias, su pasado, sus ideas?

Podemos distinguir dos tipos de inspiración:

Inspiración plenaria: Cuando el Espíritu de Dios inspiraba los pensamientos dejando a los escritores en libertad de usar su propio lenguaje, sin caer en equivocaciones teológicas.

Inspiración verbal: Se refiere al dictado de palabra por palabra.

Dios usó escritores humanos para plasmar el pensamiento divino, pero salvo casos especiales no les dictó palabra por palabra. Dios respeta a los seres humanos, porque no son títeres, sino personas que tienen su imagen y semejanza. Los que usó para escribir la Biblia eran sus hijos. Por eso los inspiró, pero no los anuló psicológicamente. No les quitó su cultura, ni su personalidad, ni su lenguaje. Él no impuso su lengua divina porque nadie lo entendería.

Si estudiamos el lenguaje de cada escritor descubrimos cuál era su carácter. Comparemos los escritos de Pablo y de Juan. Tanto el griego del evangelio de Juan como el de sus cartas es dulce, sin ninguna palabra dura. Llama “hijitos míos” a sus lectores porque Juan era amoroso, callado, tranquilo. En cambio, Pablo era totalmente diferente. En Gálatas 5:12 usa el sarcasmo contra los que querían imponer la circuncisión a los gentiles. La palabra “mutilen” en griego suena grosera, está diciendo “es mejor que se castren, que se corten todo y se dejen de molestar”. Era duro, intolerante y así hablaba.

En ocasiones, era importante qué palabras exactas usar, por eso ordenó a sus siervos literalmente qué decir. Por ejemplo, Dios le indicó a Ezequiel las palabras que debía hablar para demostrar que sabía lo que el Faraón había dicho: “Habla, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, el gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual dijo: Mío es el Nilo, pues yo lo hice.” (Ezequiel 29:3).

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Características de la inspiración

Es importante recalcar cinco aspectos acerca de la inspiración de las Sagradas Escrituras.

1. Divina y no meramente humana

No se debe considerar que los hombres que escribieron las Escrituras lo hicieron debido a que poseían una sabiduría superior a la de los demás. Porque se estaría quitando al vocablo inspiración todo su significado, además no estaría de acuerdo con el carácter único de la Biblia. Por otro lado, se debe remarcar que muchos escritores de la Biblia eran personas sin estudio, simples pastores de ovejas o pescadores.

2. Única y no común

Existe una diferencia fundamental entre la revelación que puede tener cualquier cristiano para comprender las Escrituras y la que les fue dada a quienes la escribieron. La iluminación está disponible para todos los creyentes en forma permanente. Puede poseer distintos grados. De ahí proviene la capacidad de cada cristiano para interpretar y conocer los misterios de la Biblia (1 Corintios 2:4; Mateo 13:17; Proverbios 4:18).

La inspiración de los escritores bíblicos era intermitente. El profeta no podía profetizar cuando quisiera, sino que estaba sujeto a la voluntad del Espíritu. Aunque a veces la buscaban en oración, la mayoría de las veces venía en forma repentina. Por eso afirmaban: “Vino palabra de Jehová”. En muchos casos, la inspiración no vino acompañada de iluminación o comprensión (1 Pedro 1:10-12), o como en el caso de Caifás, que nunca tuvo conciencia del alcance de las palabras que estaba diciendo (Juan 11:49-51).

3. Viva y no mecánica

La inspiración no significa dictado mecánico. Los escritores no tomaron una actitud pasiva, su mente no se anulaba al ser inspirados. Ese no es el método de Dios.

Cuanto más en sus cabales esté el siervo de Dios en nuestros sentidos, más se glorifica el Señor. De otra manera, seríamos usados por el Espíritu sin enterarnos de nada. Dios no hace estar en trance a nadie para usarlo. No es una fuerza que se apodera del cuerpo de la persona para obligarla a decir o hacer lo que desea, más bien busca su cooperación para hacer juntos lo que se propone. Así es como usa a sus siervos para realizar sanidades, milagros o profetizar. Y así es como usó a los autores bíblicos.

4. Completa y no parcial

Algunos consideran que solamente algunas partes de las Escrituras fueron inspiradas, mientras que otras poco importantes para la fe, como cronologías, datos científicos, poemas, no lo fueron.

Pensar de esa manera equivale a ver la Biblia no como la Palabra de Dios, sino más bien como un libro que contiene en algunos fragmentos la Palabra de Dios. Entonces, se daría lugar a cuestionar cualquier afirmación de la Escritura, a poner en duda la validez de cualquier mandato bíblico, a decir que no es verdad aquello que incomoda.

Se debe tener cuidado de pensar así, pues aún Cristo y sus discípulos aplicaron el término Palabra de Dios a todo el Antiguo Testamento. Toda la Biblia es digna de ser creída y puesta por obra.

5. Verbal y no meramente conceptual

Este aspecto se relaciona con el anterior: ¿Hasta qué punto lo que escribieron los autores fue inspirado?

No solamente los pensamientos de los escritores fueron inspirados, para luego dejar a su propio criterio cómo redactarlos. El énfasis no es sobre hombres inspirados, sino sobre palabras inspiradas.

Pensamientos divinamente inspirados fueron expresados a través de palabras divinamente inspiradas, ya que es difícil separar pensamiento de palabra (1 Corintios 2:13). Aunque los autores utilizaron sus propias palabras, el Espíritu Santo supervisó todo el proceso para que la elección de los vocablos y expresiones se ajustara a lo que Dios quería decir, sin errores, sin palabras de más o de menos. Por eso dice en Apocalipsis: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19). No se puede agregar ni quitar nada, porque lo que está escrito es exactamente lo que Dios dijo.

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